Equipo editorial de Servir al Pueblo

A finales de octubre, María Guardiola, presidenta de la Junta de Extremadura, adelantó las elecciones al parlamento autonómico para el 21 de diciembre después de que Vox bloqueara la aprobación de los presupuestos. Así, 890.985 electores estaban llamados a acudir a una de las 1.400 mesas electorales preparadas para la farsa electoral y elegir a los próximos 65 diputados autonómicos.
La prensa monopolista está centrándose en la victoria de PP, en la subida de Vox y en el hundimiento del PSOE. Pero se le “escapa” un sutil matiz: la candidatura más votada ha sido la abstención. Además, con mucha diferencia: el 37,3% del electorado eligió no votar, mientras que el 25,62% votó al PP, 15,26% al PSOE, 10,02% a Vox y 6,08% a Podemos-IU. Los medios de comunicación siempre calculan los porcentajes entre los que ya han votado, pero no del total de electores. Esto genera confusión y se le da más peso al relato que la prensa burguesa intenta generar. Por ejemplo: dicen a bombo y platillo que en Badajoz, Vox se convierte en segunda fuerza política y que es un bastión de la ultraderecha. No dicen que la ciudad ha tenido la abstención más alta de su historia con 40,9%, y que de 120.000 electores, solo el 12% han votado a Vox. A eso nos referimos.
Si calculamos así los resultados, la percepción es mucho más cercana a la realidad y apreciamos cómo de falso es el relato burgués. La participación nunca había sido tan baja como en estas elecciones. Esta es la relación de participación desde que comenzó el régimen actual de democracia burguesa:
En 1983, del 71,9% (abstención del 28,1%)
En 1987, del 74,4% (abstención del 25,6%)
En 1991, del 70,8% (abstención del 29,2%)
En 1995, del 78,3% (abstención del 21,7%)
En 1999, del 73,4% (abstención del 26,6%)
En 2003, del 75,6% (abstención del 24,4%)
En 2007, del 75% (abstención del 25%)
En 2011, del 74,7% (abstención del 25,3%)
En 2015, del 71,4% (abstención del 28,6%)
En 2019, del 69,3% (abstención del 30,7%)
En 2023, del 70,4% (abstención del 29,6%)
En 2025, del 62,7% (abstención del 37,3%)
¿Como analizar políticamente estos resultados? Si lo miramos de forma superficial, vemos que hay más abstención debido al descontento popular, a los recientes casos de corrupción y a que son las únicas elecciones autonómicas extremeñas que no ha coincidido con otras elecciones. Eso sería lo que ha fomentado la desmovilización del voto. Pero así es como lo analiza la prensa burguesa.
Debemos ir a la esencia y no quedarnos en la apariencia. Los medios de comunicación burgueses, a menudo, hablan con “númeritos, gráficas bonitas y barritas de colores”. Crean programas de televisión y radio con muchos tertulianos para confundir al proletariado, tratando de convertir lo sencillo en algo muy difícil. La interpretación de los resultados del 21D, es mucho más sencilla: las masas desconfían de la democracia burguesa. Casi 4 de cada 10 extremeños han rechazado meter un voto en una urna, porque piensan que meter ese papel no cambia absolutamente nada, por poco que fuese, su vida.
Y respecto a esta cifra de abstención histórica, por si no fuera ya suficientemente alta, tenemos que tener en cuenta dos factores. Primero, que en algunos barrios populares y pueblos pobres, la abstención ha superado el 50%. Y segundo, que la cifra real de abstención sería mayor en algunos lugares, si no fuera por la pervivencia del caciquismo en las zonas jornaleras, donde los viejos caciques (en el pasado, patronos privados; en la actualidad, patronos públicos-estatales) obligan a ir a votar.
El hecho de que casi la mitad de los electores no hayan ido a votar (y muchos hayan votado “la opción menos mala”), solo puede explicarse por dos motivos. O bien, a las masas no les importa la política, como dicen los filósofos reaccionarios (y sabemos que es falso, porque el empleo, la vivienda y otros temas está en boca de todo el mundo), o bien, hay una la tendencia a la deslegitimación de la democracia burguesa. Sabemos, a ciencia cierta, que es esto último.
Miremos, para más inri, los otros procesos electorales que ha habido en el Estado español durante los últimos años. Estas son las cifras de abstención:
8 de mayo de 2023, elecciones locales: 36,07%
28 de mayo de 2023, elecciones en varias autonomías ( 32’27% en Aragón, 36’92% en Asturias, 45’29% en las Islas Baleares, 37’30% en las Islas Canarias, 31’41% en Cantabria, 30’44% en Castilla-La Mancha, 34’44% en la Comunidad de Madrid, 32’69 en el País Valenciano, 30’63% en Extremadura, 27’54% en la Rioja, 35’99% en Murcia y 32’47% en Navarra)
23 de julio de 2023, elecciones generales: 29’4%
18 de febrero de 2024, autonómicas gallegas: 32’69%
21 de abril de 2024, autonómicas vascas: 37’5%
12 de mayo de 2024, autonómicas catalanas: 42’1%
9 de junio de 2024, elecciones europeas: 50’79%
¿Qué sacamos de todo esto? Como señalamos anteriormente, hay que ir a la esencia y no quedarnos a la apariencia. No hay que mirar unas elecciones de forma aislada, como si fuera una fotografía fija. Eso es lo que hacen los oportunistas y los tertulianos burgueses, que afirman que las masas trabajadoras apoyan la democracia burguesa porque las cifras de voto superan la mitad más uno. Son como la rana que está en el fondo de un pozo, que mira hacia arriba y piensa que el cielo es redondo, porque es lo único que ve. Los revolucionarios debemos mirar más allá, considerar el proceso en su conjunto y descubrir la tendencia política principal. Así dijimos en un artículo en el pasado:
“Aquí vemos cómo la desconfianza en la democracia burguesa y en las instituciones burguesas es la tendencia principal en la sociedad actual. Más aún si vemos los últimas resultados electorales desde 2019 donde en todas y cada una de las elecciones (municipales, autonómicas, generales, europeas, repetición de lasgenerales…) la abstención no baja del 20%, alcanzando cifras del 30% y hasta del 40% en según qué elecciones” (¡Más de la mitad de los electores rechaza participar en la farsa electoral del 9J!, publicado en Servir al Pueblo el 13 de junio de 2024).
Claro está, que el rechazo a la farsa electoral no implica asumir posiciones revolucionarias. Pero sí evidencia que existe un rechazo y una desconfianza a la democracia burguesa y a todas sus instituciones (elecciones, parlamentarios, partidos…). ¡Y no es un rechazo precisamente pequeño! Transformar esa desconfianza y desilusiones en posiciones revolucionarias es, precisamente, tareas de los revolucionarios.

