Reproducimos el siguiente artículo, que forma parte del suplemento especial para el 1º de Mayo de 2025. Este suplemento es gratuito y viene dentro del número 16 de Servir al Pueblo que será distribuido en algunas manifestaciones del Primero de Mayo.

La revolución proletaria mundial no fracasó ni ha sido derrotada, está viva y cada día más pujante
La revolución proletaria mundial, época histórica en la que el proletariado arrebata el poder político a la burguesía para avanzar hacia el comunismo, liberándose a sí mismo y a la humanidad entera de la sociedad de clases, no está muerta. La revolución mundial siempre estuvo viva, y además, en lo que al momento presente se refiere, la situación de las fuerzas revolucionarias es cada día más pujante en todo el mundo.
Esto choca frontalmente con lo que llamamos “tesis de la derrota de la revolución”. Con este nombre hacemos referencia al conjunto de posiciones mayoritarias del movimiento político, posiciones derrotistas y capituladoras que defienden que el comunismo está derrotado, que debemos salir de la derrota, que la revolución fracasó, que el proletariado está en un pozo y debe recuperar el horizonte esperanzador de la revolución, y un largo etcétera. Hay distintos matices entre los que defienden unos y otros, pero en lo fundamental, todas estas tesis expresan la misma concepción pequeñoburguesa: la revolución mundial no existe, o en el mejor de los casos, está derrotada y en repliegue. Roza peligrosamente, también, el chovinismo imperialista de creerse el ombligo del mundo.
¿Por qué la “tesis de la derrota de la revolución” roza el chovinismo imperialista? Porque analiza y actúa como si fuéramos el centro del mundo. Es decir, “como la situación aquí está así, en todo el mundo es igual”, ignorando o restando importancia a las guerras populares en la India, Turquía, Filipinas y Perú, a las luchas armadas revolucionarias y de masas en toda América Latina, todo el poderoso movimiento de liberación nacional en las naciones oprimidas, particularmente la heroica epopeya de la resistencia nacional de Palestina, los levantamientos y rebeliones cada vez más explosivas en África, y toda una serie de eventos de primerísimo orden que está ocurriendo en el mundo. Y por supuesto, ignorando o restando importancia al redivivo Movimiento Comunista Internacional que resurge y se reunifica al calor del maoísmo.
¿Por qué la “tesis de la derrota de la revolución” es derrotista y capituladora? Porque desvía al proletariado de su misión en el momento actual: preparar sus organizaciones de clase para hacer la revolución -reconstituir el Partido Comunista para preparar, iniciar y dirigir la guerra popular, decimos nosotros-. La tesis de la derrota, en cambio, plantea que esto no se puede hacer porque las condiciones aún no son favorables. En vez de centrar en la construcción de sólidas organizaciones obreras que sirvan como destacamentos de combate para la guerra revolucionaria que está por venir, redirigen sus fuerzas para “transformar las condiciones desfavorables en favorables”. La situación nunca fue tan favorable como ahora.
La desconfianza en el Estado burgués y en la democracia está por los suelos, las cifras de abstención se mueven entre el 30 y 40% según las elecciones (50% incluso, en las europeas). La socialdemocracia nunca gozó de tanta indiferencia y asco en los barrios obreros. Tasas de pobreza, desigualdad y exclusión social alarmantes, reconocido por el propio Estado burgués. La militarización del Estado, reaccionarización y fascistización de la sociedad, hace más aguda la lucha entre revolución y contrarrevolución. Todo esto en el contexto de la lucha de clases mundial de guerras populares, guerras imperialistas de rapiña, crisis del capitalismo burocrático en todo el mundo y la crisis y descomposición no vista hasta antes en el mundo. Y aún así, cientos de miles salen a la calle por la vivienda, la sanidad o la educación, sigue habiendo levantamientos explosivos -como los del metal de Cádiz- y sigue habiendo huelgas obreras combativas a pesar del dominio absoluto de los sindicatos burocráticos y amarillos en el movimiento sindical. ¡Y dicen que las condiciones no son favorables!
Siguen echando agua a un vaso que no deja de rebasarse. Y además, le dicen a todo al que quiera beberlo: ¡aún no! ¡El vaso no está lleno, hay que echarle más agua! Eso ocurre con la tesis de la derrota de la revolución. Es capituladora porque retrasa la revolución. No es que tenga fracasos temporales en la construcción de estas organizaciones revolucionarias para la futura guerra revolucionaria entre clases, es que ni si quiera lo intenta. Las masas están más que preparadas para recibir con brazos abiertos las ideas revolucionarias. No hay que confundir esto con inmediatismo, y pensar que de la noche a la mañana va a venir la revolución. No, es un proceso que va de lo simple a lo complejo, pero hay que empezar.
¿Por qué la “tesis de la derrota de la revolución” tiene una concepción pequeñoburguesa del mundo? Porque no parte de la concepción del proletariado sobre la revolución proletaria mundial. La revolución mundial, como hemos dicho al comienzo del artículo, es una época, un proceso histórico de décadas y cientos de años. ¿Por qué? Porque todos las grandes transformaciones de la economía, sociedad y cultura de la humanidad han durado siglos. Se trata algo de muchas generaciones. En una revolución no se cambia algo en un momento dado y ya se queda para siempre. No, es un proceso de siglos, de lucha entre la instauración de lo nuevo y la restauración de lo viejo, y después una lucha entre restauración y contrarrestauración.
La revolución feudal impuso el modo de producción feudal y la nueva clase feudal conquistó el poder con la caída del viejo esclavismo de las sociedades antiguas. Pero fue un proceso de siglos. Desde la caída del Imperio Romano hasta la consolidación de feudalismo hubo 500 años. La revolución burguesa también duro siglos, entre 200 y 300 años, y durante todo el proceso se instauraban regímenes liberales que luego eran derrocados. Y luego se volvían a contrarrestaurar, para restaurarlo de nuevo, etc. Basta un simple vistazo a España en el siglo XIX: ¡casi un siglo entero de guerras civiles entre absolutismo feudal y liberalismo burgués!
La revolución proletaria también dura siglos, y los procesos de nacimiento de países socialistas y posterior hundimiento y vuelta al capitalismo, es parte del desarrollo de la contradicción entre restauración y contrarrestauración. Esa es la concepción del proletariado.
La “tesis de la derrota de la revolución”, en cambio, cree que no hay revolución mundial porque no hay países socialistas en el mundo ni un centro claro de la revolución mundial. Es decir, analizan un momento particular del proceso histórico revolucionario como el proceso revolución en sí. Hacen una fotografía de un momento concreto, y se olvidan de todo el proceso histórico, de la lucha entre restauración y contrarrestauración.
Al principio hemos dicho que la situación de las fuerzas revolucionarias es cada día más pujante en todo el mundo. Entremos más en la situación actual.
Vivimos en tiempos de guerra y se abre ante nosotros un nuevo periodo de revoluciones. En nuestro país, esto es la perspectiva futura. Pero en el mundo no es ninguna perspectiva, sino un hecho inmediato que está ocurriendo en estos momentos. Hay guerras de agresión y conflictos imperialistas en muchos países de África y Asia. En América Latina hay importantes luchas armadas y de masas en casi todos los países. Particularmente, es muy importante la lucha que llevan adelante los campesinos pobres de Brasil, porque apunta al corazón de la economía imperialista en el país. El desarrollo de futuras luchas en Brasil abrirá un nuevo escenario político en toda América Latina.
También se libran fuertes movimientos de liberación nacional, especialmente como los de Palestina, que demuestran al mundo que un país numéricamente muy pequeño y casi sin tecnología armamentística puede enfrentarse a un enemigo militar y tecnológicamente superior. Y por si fuera poco, los imperialistas del mundo tocan los tambores de la guerra, llaman a rearmar los ejércitos y aumentar el presupuesto militar. ¡Verdaderos tiempos de guerra son los que vivimos!
La inestabilidad de la política burguesa mundial, la crisis de gobierno en casi todos los países, las contínuas rebeliones de masas (cada vez más grandes y explosivas), las crisis económicas del imperialismo, el florecimiento de las luchas armadas de liberación nacional y fortalecimiento de las guerras populares, junto a un redivivo movimiento comunista internacional al calor del maoísmo, demuestra la crisis fatal en la que vive el imperialismo. Los Estados imperialistas se militarizan para tratar de frenar la revolución, pero es cuestión de tiempo que caigan. Son los últimos coletazos del pez que se resiste a morir. La revolución mundial seguirá desarrollándose de manera desigual, más en unos países que en otros, pero al final, los revolucionarios se fundirán con las millones de masas pobres de todo el mundo.
Debemos prestar especial atención a la lucha antiimperialista. Especialmente nosotros, los revolucionarios del Estado español, porque vivimos en una potencia imperialista. No podemos ignorar este hecho, porque entonces podríamos llevar una estrategia y táctica errónea.
Hay dos corrientes que forman parte de la revolución mundial: el movimiento internacional del proletariado y las luchas de liberación nacional de las naciones oprimidas por el imperialismo. La lucha antiimperialista une a estos dos actores que participan en la revolución mundial, y solo la lucha antiimperialista bajo la dirección del proletariado podrá derrotar a las clases reaccionarias en todo el mundo. ¡Por eso es vital fortalecer la lucha antiimperialista!
Debemos hacer mención a las guerras populares en la India, Turquia, Filipinas y Perú, que son la primera línea de trinchera de la revolución mundial. Son guerras revolucionarias de masas dirigidas por Partidos Comunistas marxistas-leninistas-maoístas. Combaten contra los viejos Estados terratenientes-burgueses y contra las clases reaccionarias, mientras construyen un nuevo poder al servicio de las masas más pobres y golpeadas por el sistema imperialista.
En Perú, el Partido Comunista del Perú (PCP) continua la guerra popular en difíciles condiciones tras un recodo en el camino en 1992 (detención del Presidente Gonzalo, jefe del partido y la revolución) y en 1999 (desarticulación del Comité Central). Desde entonces, el PCP ha estado luchando por su reorganización general y ha tenido diversos éxitos. Según últimas noticias públicas, en la región de Pataz se hicieron acciones militares contra la minera Poderosa (una compañía minera que pertenece a los imperialistas). Unas 16 torres de energía fueron derribadas con explosivos, un alto funcionario de la empresa fue ejecutado y dos más fueron heridos. La prensa burguesa monopolista, para negar la guerra popular y la actividad de revolucionarios peruanos, hablaron de acciones de «mineros artesanales» para evitar hablar de masas armadas. En Turquía, la guerra popular es dirigida por el Partido Comunista de Turquía – Marxista-Leninista (TKP/ML). El gobierno fascista turco sigue atacando las posiciones revolucionarias en Dersim con bombardeos masivos y selectivos para acabar con la vida de los guerrilleros del TIKKO (Ejército Rojo de Obreros y Campesinos de Turquía). Los guerrilleros, en cambio, continúan resistiendo. En las ciudades, hay poderosas movilizaciones y el Estado turco intenta frenarlas con represión. Hace escasas semanas, varios lectores de Partizan -medio revolucionario turco que apoya la guerra popular- fueron detenidos y torturados por la policía.
En Filipinas, la guerra popular es dirigida por el Partido Comunista de Filipinas (PCF). Recientemente, el ejército revolucionario cumplió 50 años y declaró que seguiría luchando en la guerra popular para conquistar un mundo nuevo. En los últimos encuentros armados, las emboscadas de las fuerzas armadas revolucionarias del NPA (New People’s Army – Nuevo Ejército del Pueblo) causaron decenas de bajas al ejército reaccionario filipino. En la India, un pais de cientos y cientos de millones de pobres, la guerra popular está siendo dirigida por el Partido Comunista de la India (maoísta). En estos momentos están enfrentándose a la Operación Kaagar, una operación militar genocida del Estado terrateniente-burgués indio que pretende eliminar a las bases de apoyo revolucionarias. El ejército revolucionario está enfrentándose al intento de genocidio y está defendiendo sus posiciones.
La revolución mundial sigue viva, y cada día es más pujante. En estas líneas no cabe explicar toda la dimensión del desarrollo de las fuerzas revolucionarias en el mundo. Nos hemos dejado muchas cosas por el camino, pero no caben en este breve artículo, pues es solo una aproximación a la cuestión. Si el lector desea profundizar sobre este asunto, puede leer más artículos sobre esta temática en nuestra página web.

