La vuelta al cole un año después de la DANA: barracones, cemento y negligencia

Corresponsal en València

Estado actual de los colegios. La imagen en concreto es del CEIP l’Orba de Alfafar. Fuente: imagen propia.

Tras más de 10 meses desde la gestión criminal y asesina del Estado que provocó la barrancada del 29 de octubre, la lucha por la reconstrucción de las zonas anegadas se mantiene. Uno no tiene más que pasear por las calles de los pueblos de l’Horta Sud para ver el pavimento destrozado en Paiporta, los ascensores llenos de barro en Alfafar o las alcantarillas colapsadas en Catarroja. Esta es una herida que sigue abierta en los pueblos, y podrían dedicarse extensos informes a hablar de todas las dificultades que todavía enfrentan los vecinos por culpa de una reconstrucción a paso de tortuga.

Ahora, con el inicio de curso escolar en septiembre, se hace evidente de manera cruel cuáles han sido las prioridades del Estado durante el proceso de reconstrucción (o mejor dicho, la no-reconstrucción que ha hecho el Estado). En este artículo vamos a centrarnos, particularmente, en los casos de Alfafar y Massanassa, pero podríamos hablar de situaciones similares en otros municipios como Catarroja, Paiporta o Sedaví.

Durante estos meses, la comunidad educativa y las familias han convivido con camiones, maquinaria y escombros. La Consellería d’Educació prometió que los niños volverían a sus coles plenamente operativos el 8 de septiembre en Massanassa, y el 9 en Alfafar. La realidad no ha sido así. Ni los coles estaban operativos, ni ha habido un plan B para compensar a las familias. Recordemos, además, que la mayoría de estos centros ni siquiera son “coles” al uso, sino que son barracones. Es decir, chabolas en medio de descampados.

El problema de los barracones crónicos

El CEIP l’Orba (que le corresponde al barrio Parque Alcosa, en Alfafar), Ausiàs March y Lluís Vives (Massanassa) fueron completamente destrozados por la riada. Rápidamente, se tuvieron que improvisar unas instalaciones basadas en barracones, grandes contenedores de metal perimetrados por una valla colocados sobre el asfalto. Los niños de estos pueblos vivieron la destrucción total de sus colegios, lo que les obligó a movilizarse kilómetros para ir a otros coles, perdiendo horas lectivas. Ahora, se incorporan a estudiar en unos barracones medio hechos donde no acompaña el clima, ni hay patios seguros, ni hay aulas deportivas ni disponen de otras muchas cosas necesarias.

El Estado se ha desentendido del tema. No existe una estimación de cuánto durarán los barracones “provisionales”, pero en la comunidad educativa se habla de que será un problema crónico que durará varios años. Estos sitios se convertirán en el día a día de muchos niños, desde sus etapas educativas más iniciales, hasta el final del ciclo.

El barracón donde se ubican los alumnos del CEIP l’Orba es apodado, sarcásticamente por los varios vecinos, como “campo de concentración infantil l’Orba”. Cualquiera que se pase por allí nota que no son condiciones apropiadas para el estudio o el desarrollo de los niños, ni para los despachos y aulas de los profesores. El estado actual de los barracones parece el esqueleto de alguna obra abandonada en la época del pelotazo urbanístico. Entre las familias, se difunden vídeos durante agosto de como las obras parecían completamente congeladas, hasta el punto que animales como gallinas (!) se colaban a sus anchas en ellas.

Los barracones de Massanassa, por otro lado, han sido ubicados en el Polideportivo Municipal, tomando un espacio importante de este. El Estado invierte en transformar estos espacios porque sabe, de nuevo, que la perspectiva es mantener los barracones funcionando durante años.

La indiferencia e ineptitud de los gobiernos locales

Los alcaldes, igual que Mazón, se han tomado unas buenas vacaciones mientras el pueblo sufre la crisis. Mientras los vecinos veían, día a día, como las obras no avanzaban, la administración desapareció durante todo el mes de agosto. Los días previos al inicio de curso, el alcalde de Alfafar Juan Ramón Adsuara, abrió una ponencia pública en la que se dirigió a la comunidad educativa. Damos este breve resumen:

-El alcalde pregunta a la propia comunidad educativa, la cual sí ha hecho un seguimiento de primera mano, si consideran que las clases pueden empezar. ¡El alcalde admite desconocer la situación real de los coles de Alfafar cuando ya estamos en septiembre! Se denuncia que apenas han ido tres personas a trabajar en la obra, que no ha llegado o no se ha descargado todo el material escolar, y que se impide a los propios profesores acceder a las instalaciones. Los profesores tienen que descargar material cumpliendo funciones que no les corresponden en horas fuera de su trabajo.

-Los profesores preguntan al alcalde cuándo empezarán las clases. No se cierra nada durante la ponencia (¡“ya iremos viendo a partir del día 11 o 12 de septiembre”, fue la propuesta inicial!). Finalmente, se comunica a las familias que las clases deben empezar este 11 de septiembre. Muchas son escépticas por el lamentable estado en el que siguen los centros.

-La única medida que propone el gobierno local, a consecuencia de la presión, es que se cree una “escuela de verano”, la cual no cuenta como escolarización y será desarrollada en un polideportivo.

¿Cuál es la actitud del alcalde y de sus concejales? Las mismas excusas que ya vimos con la gestión de la DANA: “no eran mis competencias”, “no estaba informado”, “no hemos tenido en consideración”, etc. La situación en Massanassa es aún peor si cabe. Directamente, no existe alternativa a la “no escolarización”, como la escuela de verano en Alfafar.

La realidad amarga es que agosto ha sido un mes de vacaciones para ellos, y un mes de quebraderos de cabeza para la clase obrera. Estas son las prioridades del alcalde y los concejales (incluyendo a todos los grupos políticos de la oposición).

Vuelta al cole con miedo, incertidumbre y rabia

El día de la vuelta al cole estaba próximo. Mientras los profesores, padres y técnicos se acercaban a ver en qué condiciones se encontraban las aulas se formaba un consenso, un secreto a voces: “las aulas no están en condiciones para empezar”.

Ni el Rabisancho ni l’Orba (los colegios de Alfafar) están dotados de las capacidades más básicas. Falta un suelo decente (actualmente solo hay gravilla, que mancha y daña a los niños si se tropiezan), no hay climatización en las aulas para el frío o el calor, y ni si quiera hay toldos para el calor o la lluvia en el patio. No hay cocina para el comedor (tampoco está funcionando el catering que iba a sustituirla), no hay ordenadores ni buenas pizarras, y un largo etcétera. Podríamos continuar, pero todo se resume en que los niños han vuelto al cole de la peor manera posible. Las familias sienten rabia y pena por la situación.

Muchos padres recurrirán, en lo inmediato, a matricular a sus hijos en otros centros, más apropiados pero mucho más alejados. Esta solución no es viable para muchas familias pobres de estos barrios obreros, las cuales día a día recogen a pie a sus hijos.

Tampoco se puede olvidar la barrancada del 29 de octubre de 2024 con la DANA. Ni l’Orba ni el Rabisancho, ni tampoco otros colegios de pueblos de la comarca, están preparados para lluvias e inundaciones. Les falta incluso un mínimo sistema de alcantarillado.

Las familias no se han quedado de brazos cruzados. Algunas se están organizando en reuniones y asambleas para decidir qué hacer. Muchas más exigen soluciones. También hay miedo a a represión: los hay quienes quieren movilizarse, pero no quieren que la policía “les infle a palos” ni a ellos ni a sus hijos. Las familias obreras de la comarca de l’Horta Sud han sufrido y siguen sufriendo las consecuencias de un sistema caduco y opresivo. Algunas de ellas ya dicen que esto no quedará así.

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Este artículo ha sido publicado en la edición impresa de Servir al Pueblo en su número 18 (octubre 2025)